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Nelson Garrido: “Soy un agitador profesional que genera imágenes”

                               

El fotógrafo venezolano advierte que seguirá siendo crítico con el poder luego de que hace semanas una de sus obras fue el motivo de la detención de un trabajador gráfico. Considera que ya es hora de hablar de quienes se quedaron en el país, no de los que se fueron.

En la tarde del 19 de septiembre la Policía Nacional Bolivariana detuvo a José Guillermo Mendoza cuando trasladaba 1.000 copias de inserts del disco Ministro: ¿cuál es su trabajo? Un extraño tributo al punk venezolano, integrado por 14 canciones punk versionadas por la banda venezolana Agente Extraño. ¿La razón? La fotografía impresa, realizada por el respetado fotógrafo Nelson Garrido, era material subversivo según los funcionarios.

El trabajo musical, que además incluye el libro Educación anterior: una historia inconclusa del punk venezolano, forma parte de un proyecto que desde hace meses impulsa la ONG Provea bajo el título «Música por medicinas». La idea es intercambiar discos por fármacos que luego serán destinados a los hospitales del país.

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Por esta fotografía fue detenido el trabajador gráfico José Guillermo Mendoza. El material forma parte del proyecto «Música por medicinas» impulsado por Provea / Foto Nelson Garrido

Ambos productos culturales se presentarán el 19 de octubre en el Festival Nuevas Bandas.

A Mendoza, un trabajador de la industria gráfica, lo trasladaron al Sebin de El Helicoide, donde están recluidos presos políticos y detenidos comunes. Al día siguiente, después de la declaración de varias ONG de derechos humanos, y luego de que se denunciara de manera masiva la detención, fue liberado y a Provea le devolvieron el material incautado. «La presión ciudadana logra liberación del trabajador gráfico José Guillermo Mendoza y devolución del material incautado», publicó Provea en sus redes sociales.

La obra de Garrido, quien tiene una trayectoria de más de 40 años, nunca ha estado libre de controversia, siempre ha resultado incómoda para el poder y, por supuesto, ha sido censurada. Incluso, durante los gobiernos del siglo pasado. Pero la diferencia es que antes no temía ser detenido o torturado, subraya.

—Una vez dijo que es un fotógrafo con récord de censura en el país. ¿Cuántas veces lo ha censurado el chavismo?

—El chavismo me ha censurado de muchas maneras. Yo hice una exposición por el Día de la Juventud hace como 10 años en la UCV, y sectores chavistas arrancaron, robaron y rayaron las fotos. Pero el problema de la censura, más bien, catapulta el trabajo, insólitamente. Al disco lo pusieron en un perfil muy alto.

—¿Ahora hay más personas interesadas tanto en el disco como en la foto?
—Un pocotón. A mí me han llamado por el facsímil que decomisó el Sebin. Me piden que lo guarde y que lo firme. Casi que se volvió de culto. Cosas insólitas. Pasa siempre con la censura. A mí siempre me han censurado, los gobiernos anteriores, la Iglesia… Pero ahora estamos en un régimen de terrorismo de Estado. El problema es que puedes terminar preso y te pueden torturar, que es lo tremendo. Lo que más me preocupó es que al pobre chofer de la imprenta lo detuvieron, lo llevaron al Sebin y él no tenía nada que ver. Eso fue lo injusto. Tuvimos la suerte de que lo liberaron sin juicio y nos devolvieron el material, gracias a las presiones internacionales. En este momento, la censura no es sencilla. Puedes ir preso, como los muchachos que montaron la obra de teatro con los uniformes de la policía y los aprehendieron. Así hay millones de casos. Es una censura sistemática. A mí antes me cerraban la exposición y ya.

—¿Aquella vez en la UCV ya se notaba la violencia como mecanismo para censurar?


—Eso fue en la Biblioteca Central de la UCV, un sitio de pensamiento. Me acuerdo de que llegaron los sectores chavistas con agresividad. Yo les dije que eso era una universidad en la que se respetaba el pensamiento. «Vamos a una charla dentro de dos días», les dije. Pero me respondieron que no con actitud de malandreo. Me arrancaron las fotos, me censuraron, me rayaron todas las imágenes. Luego la exposición se volvió importante. Y es que la muestra hablaba justamente sobre la violencia, y lo que ocurrió lo ratificó, no fue un invento mío. Una exposición de bajo perfil para los estudiantes, pasó a ser un tema internacional.

—¿Por qué se ha convertido en un artista tan incómodo para el régimen?

—Para este régimen, para el anterior y para el que vendrá también. Siempre he tenido una posición crítica del poder. El problema con esta foto es que suele haber un subalterno que quiere figurar para jalar. Mi arte sí es molesto, es un arte contra el poder y lo seguiré haciendo. Yo no me quedo callado. Cuando hice Pensamiento crítico, una obra que cuestionó a Chávez, me llamaron para amenazarme de muerte. Pero no me la calo. Por estar callados es que estamos jodidos. Hay que tener una posición crítica frente al poder. No puedes ser complaciente. Uno no puede ser el fotógrafo del régimen. Me niego.
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Una de las fotos más conocidas de Nelson Garrido. Cuando hay protestas en el país suele circular varias veces en redes sociales / Foto Nelson Garrido


—¿Qué quiso expresar con la foto por la que fue censurado en esta oportunidad?

—La imagen muestra al ministro con un pocotón de enchufes, es decir, es un enchufado. Los tipos armados son los colectivos. Una cosa importante es que sobre la mesa hay cambures, bombas lacrimógenas, la imagen de Chávez, pero también la de Carlos Andrés Pérez. Porque aquí todo el mundo es responsable de esto. Esto tiene antecedentes históricos.

—¿Cuándo la realizó, cómo se llama y cómo fue su producción? ¿En qué se inspiró?

—Hice una puesta en escena en función del disco. Ellos me pidieron eso y realicé unos bocetos. Se los mostré a Provea y a Agentes Extraños y les encantó. Todo fue en función de la canción principal del disco y como un facsímil. Creo que la portada ni siquiera va a llevar la foto. El problema no soy yo, sino las personas que trabajamos por los derechos humanos. Esa foto la tomé hace tres meses y me inspiré en la letra de la canción «Miraflores», de Sentimiento Muerto.

—¿Qué pensó cuando detuvieron a José Guillermo Mendoza por tener una fotografía suya?
—A mí lo primero que me preocupó es que ese muchacho estuviera preso. Porque no era algo especulativo de censura y arte, sino que, ¿y si terminaba en el Sebin?, eso es peligrosísimo. La perspectiva era que podía pasar cualquier cosa; el régimen es imprevisible. Esta es una dictadura tropical, no es fascismo alemán, entonces, así como no pasa nada puede pasar cualquier cosa. Nosotros manejábamos dos escenarios. El primero era que lo pasaran a juicio y, en el mejor de los casos, que tuviera régimen de presentación. Y el segundo era que lo dejaran preso. Lo increíble, para que veas cómo está la situación política, es que lo liberaron sin juicio y nos regresaron el material.

—¿Cómo es su relación con Provea?

—Hay una relación muy estrecha entre Provea y la ONG Nelson Garrido. Damos talleres tanto en Caracas como en Mérida. Ofrecemos cursos de fotografía, asesoría en la parte editorial para activistas de derechos humanos. Es una acción conjunta, trabajamos muy ligados.

—¿Se sintió culpable por la detención?

—Mira, no. No me sentí culpable sino profundamente preocupado. La culpa no es mía sino de estos carajos. Ha habido casos en que allanan un lugar y se llevan vigilantes que no tienen nada que ver. ¿Qué tiene que ver, por ejemplo, un chofer o un guardaespalda?

—¿Sigue detestando la palabra artista? ¿Aún se define como hacedor de fotografías?
—Yo soy un agitador profesional que genera imágenes.

—¿Si se dice artista es como aceptar que está por encima de los demás?

—Sí, una cosa así. Que si el artista se inspira. No, pana. Yo soy un ciudadano de a pie que tiene un gusto, más nada. Eso de artista me parece más bien como el bufón del rey.

—¿Cuál ha sido el gobierno más censor de su trabajo?

—El problema es que antes me invitaban y me censuraban. Ahora sencillamente no me invitan. Lo que pasa con este gobierno es que ya no hay instituciones. Yo antes podía hablar mal de los museos, de los salones. Pero ahora no hay ni museos ni salones. Entonces lo que quiero es que regrese la institucionalidad para hablar mal de las instituciones. Esta gente destruyó todo y todo se fue a la periferia. Es como la barbarie, pues.

—A lo largo de su carrera ha experimentado con distintas imágenes transgresoras. Cucarachas muertas, cerdos, intervenciones de símbolos religiosos. Su trabajo más reciente es, siempre con el poder de subvertir, como una representación teatral muy cercana a la divinidad: Saturna devorándose a sus hijos. ¿Cómo ha sido esta evolución y el proceso de experimentación y descubrimiento de nuevos lenguajes?

—José Balza, cuando presentó un libro que hice para la editorial La Cueva, decía que Saturna devorando a sus hijos simbolizaba al país, que era como la gente comiendo de la basura. Ahorita estoy trabajando en experimentos nuevos sobre el tema de la violencia, que es lo central de lo que vivimos. Uno se expresa inconscientemente en la obra. Pero lo importante en la obra es cuando tiene significado para otro. Para empezar, a mí mi obra me parece malísima.
             Garrido
De la serie Saturna devorándose a sus hijos / Foto Nelson Garrido


—¿Por qué le parece malísima?

—Porque cuando termino siento que le faltan cosas, que es débil. Que le falta fuerza.

—¿Nunca queda satisfecho?

—Jamás. A mí casi que me provoca quemar la foto cuando la termino (se ríe).

—¿Y lo que hace actualmente mantiene la estética de la puesta en escena?

—Sí, correcto. Es como una obra teatral fotográfica. Pero, para que veas, ahorita hay una nueva tendencia que se llama documentalismo subjetivo. Por ejemplo, Caracas sangrante es una fotografía de documentalismo subjetivo. Es la violencia, pero a nivel simbólico.

—¿Qué opina del trabajo de las generaciones más jóvenes de artistas plásticos?

—Me parece maravilloso. Por ejemplo, Juan Toro, amigo mío, tiene un trabajo extraordinario. Beto Gutiérrez, Deborah Castillo. Los jóvenes de esta generación están dando una respuesta extraordinaria. Creo que sí hay una toma de posición muy crítica por parte de las nuevas generaciones. Se están abriendo a nuevos lenguajes. Y me siento profundamente orgulloso porque muchos se han formado en la ONG. Ahorita me siento más feliz con una exposición de un alumno mío que con una mía. Ellos, a su vez, están dando clases, imagínate qué cosa tan bonita. También a raíz del problema de la migración se creó la ONG Nelson Garrido en Buenos Aires, que la dirige Beto Gutiérrez. Están además las de Santiago de Chile y Madrid. Estamos por montar una sede en República Dominicana.

—¿En tiempos futuros pueden dar las artes plásticas testimonio de la crisis y la miseria en las que el chavismo sumió al país?

—Mira, yo creo que hay un sector de artistas que está documentando eso. Pienso que es importante dejar huellas de lo que pasa. No podemos olvidarlo. El gran problema del venezolano es que aquí ocurren las cosas y al día siguiente se olvidan. Tiene que quedar un testimonio para crear memoria colectiva acerca de lo que estamos viviendo, a fin de que no vuelva a suceder. Esperamos salir pronto de esta pesadilla. El problema es que después pase lo mismo que en Argentina. Allá la gente está votando otra vez por Kirchner. Eso es dramático. Eso puede suceder aquí: que salgamos de esto y la gente vuelva a votar por estos carajos. Hay que crear conciencia de todo lo que está pasando. Todos los torturados. La situación de este país no tiene ninguna justificación ideológica. Es un desastre, arrasaron el país.

—¿Hay algún movimiento artístico venezolano actual que quisiera destacar?


—Lo interesante es que ahora no hay movimientos, hay individualidades. En el mundo es así. Aunque tanto en Venezuela como afuera hay una tendencia a hacer trabajos colectivos. Se trata de acciones individuales que se reúnen en colectivos para conversar. Es impresionante, nunca se habían publicado tantos libros de poesía en el país, y eso ocurre en medio de la situación que vivimos. En el interior hay millones de iniciativas, extraordinarias, de gente que trabaja haciendo contracultura. Pero cultura no subsidiada sino realizada con métodos de autogestión, eso es muy importante.

—También ha dicho que es profundamente religioso y cercano a la brujería. ¿Todavía lo es? ¿Es practicante?

—Soy profundamente religioso, pero de manera anárquica. No creo en las instituciones religiosas. Mi problema no es con el cristianismo sino con la Iglesia. Filosóficamente soy anarquista, contra el poder.

—¿Cómo se ha relacionado con tecnología como las cámaras de los celulares o los equipos de la GoPro para efecto de su trabajo?


—Yo soy un desadaptado. Soy tan desadaptado que detesto las cámaras fotográficas. Me molestan. Las digitales peor aún. Un botoncito y hay que cambiarlas cada cierto tiempo. Ahora no tengo cámara. Trabajo con cámaras prestadas y un asistente las maneja porque yo siempre creo que están desenfocadas. Yo vengo del trabajo analógico, que es una maravilla. Pero estos comerciantes ya no venden rollos, no hay revelado. Te obligan a adaptarte a una tecnología que no quieres.

—En su Facebook comparte mucha de su producción. ¿No le molesta que la gente tenga sus fotos?


—No. Yo creo en el copyleft: el derecho a la circulación libre de las fotos. No creo en el copyright; no creo en eso tan espantoso que son los sellos de agua. Lo que me interesa es que la imagen circule, y para eso Internet es una maravilla. Cuando aquí hay problemas sacan miles de veces Caracas sangrante. Y ahí no importa de quién es, no importa nada. La imagen funciona.

—Había quienes decían que Caracas sangrante era una imagen de lo que viviríamos, de lo que vendría. ¿Qué imagen le pondría en este momento al país?

—La nave de los locos.


 
Nelson Garrido considera que La nave de los locos representa la actualidad venezolana / Foto Nelson Garrido


—¿Por qué sigue en el país?

—Yo no quiero irme de aquí. Para mí vivir aquí tiene un sentido. Tengo muchas cosas que hacer en Venezuela. Respeto a los que se fueron. Yo viajo, me invitan al extranjero, doy talleres, tengo relaciones internacionales, pero me quedo aquí. En este apartamento no tengo agua, no tengo ascensor. Más caótico que vivir acá, difícil. Pero me quedo porque mi fuente de inspiración es el país. Yo no creo en los escudos ni en las banderas, ni en los himnos nacionales ni en la patria. Creo en la pertenencia. ¿Y por qué me voy a ir? ¿Porque estos coños de madre me están sacando? Y con todo respeto con los que se fueron, todo el mundo ha hablado de ellos. ¿Y los que nos quedamos? Hay que hablar de los que nos quedamos.
Nelson Garrido no cree en el copyright. Prefiere que las imágenes circulen libremente y para ello ha utiliza las ventajas de Internet 
 
 
 
Tomado de: https://www.elnacional.com/entretenimiento/nelson-garrido-soy-un-agitador-profesional-que-genera-imagenes/?fbclid=IwAR2d9RWeqAtK3GuBmqONggIynd2crYKn--zHGoRJFeBTzDqmo6AcXzepD5U 

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