Presentamos un extracto del texto "Influencias anarquistas en la revolucion mexicana" de Jason Wehling
Traducido por Miguel Gómez, al final del texto dejaremos colgada el enlace con la version original.
El caso del Zapatismo: Agrarismo y Comunalismo
“La inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son propietarios más que de la tierra que pisan... porque las tierras, la madera, y el agua se monopolizan en pocas manos” dice el artículo 7 del plan Ayala [68]. Este plan fue publicado en noviembre de 1911, y hasta 1918, representó los asuntos por los que lucharon Emiliano Zapata y sus seguidores rurales. Aunque una gran porción del plan estaba reservada para atacar a Madero por sus fallos en mantener su propio plan, el de San Luis Potosí, el documento revela la importancia vital que los Zapatistas daban a la reforma agraria.
Las medidas que esta reforma tomó sólo les permitía una única salida: la rebelión armada. El método elegido para la reforma era la expropiación de facto. Cuando los Zapatistas luchaban, desmantelaban el control de la hacienda, a menudo con poca o ninguna remuneración. En vez de dar la tierra a los individuos, “en su mayor parte, [ la tierra]... se le daba a las comunidades de las aldeas, las que, en armonía con sus viejas costumbres, la ponían a disposición de su miembros” [69] Es decir que la tierra debía ser utilizada para el servicio de la comunidad, no para el beneficio personal. Esto reflejaba la relación Zapatista con lo que podía llamarse Comunalismo Agrario.
Zapata y sus fuerzas tuvieron mucho éxito por el hecho significativo de que eran sobre todo del mismo entorno y clase social. Los Zapatistas eran el “más homogéneo de todos los movimientos revolucionarios... la gran mayoría de ellos eran campesinos libres, alguno de los cuales había sido empleado durante varios meses como trabajadores agrícolas; una minoría consistía en peones de hacienda” [70]. Esto era la “gran fuerza del movimiento Zapatista”, según Tutino, su ideología y organización estaban “enraizadas en las comunidades campesinas de Morelos” [71].
“La inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son propietarios más que de la tierra que pisan... porque las tierras, la madera, y el agua se monopolizan en pocas manos” dice el artículo 7 del plan Ayala [68]. Este plan fue publicado en noviembre de 1911, y hasta 1918, representó los asuntos por los que lucharon Emiliano Zapata y sus seguidores rurales. Aunque una gran porción del plan estaba reservada para atacar a Madero por sus fallos en mantener su propio plan, el de San Luis Potosí, el documento revela la importancia vital que los Zapatistas daban a la reforma agraria.
Las medidas que esta reforma tomó sólo les permitía una única salida: la rebelión armada. El método elegido para la reforma era la expropiación de facto. Cuando los Zapatistas luchaban, desmantelaban el control de la hacienda, a menudo con poca o ninguna remuneración. En vez de dar la tierra a los individuos, “en su mayor parte, [ la tierra]... se le daba a las comunidades de las aldeas, las que, en armonía con sus viejas costumbres, la ponían a disposición de su miembros” [69] Es decir que la tierra debía ser utilizada para el servicio de la comunidad, no para el beneficio personal. Esto reflejaba la relación Zapatista con lo que podía llamarse Comunalismo Agrario.
Zapata y sus fuerzas tuvieron mucho éxito por el hecho significativo de que eran sobre todo del mismo entorno y clase social. Los Zapatistas eran el “más homogéneo de todos los movimientos revolucionarios... la gran mayoría de ellos eran campesinos libres, alguno de los cuales había sido empleado durante varios meses como trabajadores agrícolas; una minoría consistía en peones de hacienda” [70]. Esto era la “gran fuerza del movimiento Zapatista”, según Tutino, su ideología y organización estaban “enraizadas en las comunidades campesinas de Morelos” [71].
Este pasado compartido permitía un movimiento unido que se tradujo en una ventaja militar efectiva. “Esa coherencia arraigada en las comunidades de Morelos hizo a los Zapatistas inasibles en su tierra natal. Los ejércitos que se les oponían podían pasar y ganar batallas, pero los Zapatistas podían disolverse en las colinas y en las aldeas, para reaparecer localmente siendo la fuerza predominante una vez que las tropas se iban” [72].
Organizativamente, la estructura militar de Zapata era muy diferente de la de sus aliados, como Carranza y Pancho Villa, porque él era más coordinador que el clásico hombre fuerte, el caudillo. Aunque Zapata era responsable de diseñar las operaciones, la estructura total del mando estaba relativamente descentralizada. Esto funcionó muy bien. Womack indica que los “jefes de Morelos aprendieron a sincronizar sus ataques, de modo que en un solo día los comandantes federales tenían que rechazar incursiones en tres o cuatro lugares del distrito, no
sabiendo si uno de ellos o todos estaba perdido” [73].
Toda la organización militar estaba ligada, íntimamente, con las comunidades locales. Las unidades reales de la guerrilla eran bastante pequeñas, integradas generalmente por sólo 200 300 hombres cada una. Pero ésto era el resultado de la base en donde se originaban: las aldeas.
“Durante gran parte del año los soldados vivían en sus aldeas, pero se juntaban cuando se debía luchar una batalla importante, y, después de que la lucha terminaba, se retiraban a sus aldeas una vez más” [74].
Este localismo también tenía sus desventajas, porque los campesinos “simplemente estaban poco dispuestos a dejar su tierra local durante cualquier espacio de tiempo; lo que sucedía en el exterior apenas les concernía” [75]. Esta limitación no fue un descuido por parte de Zapata. “La incapacidad de sobra conocida de Zapata de proyectar su movimiento más allá de su base regional no estaba causada por ignorancia o inocencia. Revelaba, en lugar de eso, su fina comprensión de los valores y de las metas de los aldeanos campesinos que él lideraba, y la fuerza defensiva inherente y la debilidad ofensiva de una sociedad campesina movilizada” [76].
Estos componentes del Zapatismo estaban muy relacionados con los ideales del anarquismo. Su “comunalismo agrario” era antagónico, deliberadamente o no, al capitalismo y a su necesidad inherente de la santidad de la propiedad privada. En la organización, sus métodos militares reflejan una oposición frontal contra la jerarquía rígida e institucionalizada. Una vez más esto es muy similar a las estructuras creadas por otros anarquistas, tales como Buenaventura Durruti en la Guerra Civil española y Nestor Makhno en la Revolución Rusa. El poder, social y político, tendía a estar cimentado en el nivel de la comunidad, fluyendo hacia arriba cuando era necesario.
Notas
68.- John Womack, Jr., Zapata y la Revolución Mexicana, Nueva York: Vintage Books,
1968, pag 402.
69.- Katz, La Guerra Secreta en México, pag 124.
70.- Katz, La Guerra Secreta en México, pag 123.
71.- Tutino, Confrontación Revolucionaria, 1913 - 1917, pag 46.
72.- Tutino, Confrontación Revolucionaria, 1913 - 1917, pag 47.
73.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 181. ]
74.- Katz, La Guerra Secreta en México, pag 124.
75.- Katz, La Guerra Secreta en México, pag 125.
76.- Tutino, Confrontación Revolucionaria, 1913 - 1917, pag 47.
Municipalismo Libertario y anarquismo
Mientras que la organización militar de estilo Zapatista era un poco Anarquista, el Municipalismo Libertario que fue instaurado en las aldeas bajo control Zapatista estaba muy cerca del ideal anarquista.
“La ideología del movimiento se centraba insistentemente en los derechos aldeanos a la tierra para la producción campesina y en la independencia local. Y la organización política Zapatista se cimentaba en la tradición local de los consejos de aldea... que el movimiento [de Zapata] desarrolló como una liga de gobiernos de las comunidades. Hasta la muerte de Zapata en 1919, el liderazgo permaneció en los hombres de las aldeas. Los intelectuales de raíces urbanas podían unirse y servir al movimiento [ como Díaz Soto y Gama ]; pero no pudieron conducirlo” [77].
Los Zapatistas “soñaban con un sistema político en el cual las aldeas pudieran organizar su propio destino, con la tierra distribuida entre propietarios individuales sin la intervención del gobierno del estado” [78] En otras palabras, el gobierno se basaba en la idea de que una clase de élite de encargados políticos tomaría las decisiones por toda la nación y eso fue rechazado. El método Zapatista reflejaba el ideal anarquista en que la toma de decisión debía recaer en aquellos más afectados.
El Municipalismo Libertario encaja bien con los planes agrarios mantenidos por los campesinos de Morelos. Consideraban el control político local un requisito previo para la redistribución equitativa de la tierra que los Zapatistas exigían. De hecho, la “expulsión violenta de los funcionarios locales (jefes, magistrados, recolectores de impuestos y jefes de policía) era la expresión más común y más extensa de la voluntad popular” [79]. Éstos eran los obstáculos más visibles a sus metas.
Estos ideales comunitarios fueron codificados en la Ley General sobre las Libertades Municipales, decretada por Zapata en septiembre de 1916. Declaraba que: “La Libertad Municipal es el la primera y más importante de las instituciones democráticas, puesto que nada es más natural o digno de respecto que el derecho que el ciudadano de cualquier asentamiento tiene para arreglar por sí mismo los asuntos de su vida común y de resolverlos como mejor convenga para sus intereses y las necesidades de su lugar” [80].
Esto tuvo el efecto de suprimir todo el control federal y del estado sobre los consejos de aldea, para los Zapatistas, los fundamentos de la organización política y social. El decreto decía que la elección debía ser directa. Zapata creía que a menos que los ciudadanos participaran directamente en los asuntos de su ciudad, emergería un “nuevo despotismo”, los jefes locales podrían reafirmar su influencia y el sistema ya no reflejaría los deseos de la comunidad como un todo [81]. Esta ley general también puso otras restricciones en el proceso municipal en la esperanza de evitar esta situación.
La ley general incluía: un límite de término de un año; la reelección estaba permitida solamente después de que un funcionario esperara dos términos en los que el puesto estuviera cubierto por algún otro; las minorías estaban protegidas porque tenían capacidad de iniciar audiencias de recusación; y cualquier persona tenía derecho a ver los expedientes financieros en cualquier momento.
No asombra saber que cuando los Carrancistas recuperaron el control de Morelos, eliminaron inmediatamente las provisiones para los municipios libertarios. Carranza deseaba mantener un puño de hierro sobre el país mientras que consolidaba su poder y el control local minaba esta meta. El sistema fue suprimido totalmente y en diciembre de 1920, el gobernador de Morelos decretó que los consejos municipales serían designados por el ejecutivo. La democracia local no era algo que Carranza creyera importante. De hecho, Womack afirma que “el único voto para el que los Carrancistas estaban preparados era el de la elección presidencial” [82].
Notas
77.- Tutino, Confrontación Revolucionaria, 1913 - 1917, pags 46-47. [Volver]
78.- D. A. Brading, Introducción: la política nacional y la tradición populista, De Caudillos
y campesinos en la Revolución Mexicana, corregido por D. A. Brading, Cambridge:
Cambridge University Press, año 1980, pag 15. [Volver]
79.- Alan Knight, “campesino y caudillo en México revolucionario, 1910-17”, De
Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, corregido por D. A. Brading,
Cambridge: Cambridge University Press, año 1980, pag 27.
80.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 264.
81.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pags 264-65.
82.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 352.
Zapata, Ricardo Flores Magón y el anarquismo
Mientras que los Zapatistas soñaban a menudo como los anarquistas y se comportaban a menudo como tales, una controversia rodea la cuestión de si Zapata estaba o no en contacto o tenía cualquier relación cercana con los anarquistas prominentes de otras partes de México, especialmente con Ricardo Flores Magón.
Clark indica que “Magonistas y Zapatistas unieron fuerzas contra Madero. Mantuvieron durante la revolución y más adelante durante la corta presidencia de Madero un sistema de mensajeros y de comunicación secreta” (Clark, 16). Pero no proporciona ninguna fuente para esta afirmación ni ofrece cualquier noción sobre qué forma tomó ésta. Womack, por otra parte, discrepa. “hay una versión de que Zapata trató con el notorio anarco-sindicalista Ricardo Flores Magón... Pero esto es imposible. Ricardo estuvo en las cárceles americanas desde 1907 a agosto de 1910, y después fue a Los Ángeles para dirigir la invasión de Baja California” [83]. Ciertamente los dos grupos hubieran podido mantener una comunicación aunque Ricardo estuviera en la cárcel, porque éste nunca dejó de conversar con los miembros de su propio movimiento durante su encarcelamiento. De hecho Womack observa que Zapata probablemente recibió copias de Regeneración de la capital [84].
Curiosamente el Plan de Ayala de Zapata contenía algunas alusiones bastante obvias a la anterior retórica del PLM. “Muchos de los conceptos y de las frases que los liberales repetían constantemente, y más recientemente en el manifiesto de septiembre [ 1911 ], se reflejaron en varias ocasiones en las palabras del Plan de Ayala” [85]. Palabras como, “tiranos”, “usurpadores”, y “jefes” se utilizan en todo el documento de Zapata, palabras que recuerdan a las que el PLM utilizó. De hecho, Womack afirma que algunas de las medidas en el Plan de Ayala eran tan extremas que “ningún otro grupo revolucionario excepto los anarco-sindicalistas abogarían, y menos adoptarían como política” [86]. Incluso el lema final del plan de Zapata “ Libertad, justicia, y ley,” es muy similar al lema de la plataforma liberal de 1906: “Reforma, justicia, y ley”.
Ésto no quiere decir que el documento sea algo así como una copia del programa Liberal/Anarquista de los Magonistas. “En algunos pasajes los anarco-sindicalistas deben haberse reído, [ el plan ] reconocía que 'dios' así como 'el pueblo' habían ayudado a iniciar la revolución de 1910” [87]. El carácter religioso de los Zapatistas que emerge en el Plan de Ayala era ciertamente conflictivo con los ideales seculares de los magonistas y de los anarcosindicalistas. Mientras que magonistas y anarco-sindicalistas urbanos nunca trabajaron con los Zapatistas, “Ricardo tuvo varias oportunidades de aliarse con los grupos revolucionarios activos. Emiliano Zapata, en particular, era receptivo a la influencia del PLM” [88]. De hecho, Zapata propuso realmente que la Regeneración de Ricardo se transladara a Morelos desde 1912, donde ya no se vería sujeto al hostigamiento del gobierno. Zapata incluso ofreció al PLM el uso de la Fábrica de San Rafael, que habría podido proveer de los materiales necesarios para formar un periódico nacional.
Ricardo tuvo que declinar por varias razones. Primero, lo encarcelaron durante la mayoría de este tiempo y no tuvo forma física para conseguir ir a Morelos. En segundo lugar, Ricardo creía que Regeneración ayudaba a mantener el ánimo de América contra cualquier movimiento de los Estados Unidos de intervenir en la Revolución Mexicana. Si trasladaba el periódico, creía que no tendría el mismo impacto en América. Irónicamente, el intento de Ricardo de influir en América pudo haber ido más lejos que su intento original. Durante una época, él era probablemente más conocido en los Estados Unidos que en México y quizás aún más popular. En un mitin para la causa de Ricardo en Portland, Oregón, organizado por el programa la editorial Oregonian, se reunió la suma de $46,22. Eso era una suma bastante substancial dadas.
Mientras que los Zapatistas soñaban a menudo como los anarquistas y se comportaban a menudo como tales, una controversia rodea la cuestión de si Zapata estaba o no en contacto o tenía cualquier relación cercana con los anarquistas prominentes de otras partes de México, especialmente con Ricardo Flores Magón.
Clark indica que “Magonistas y Zapatistas unieron fuerzas contra Madero. Mantuvieron durante la revolución y más adelante durante la corta presidencia de Madero un sistema de mensajeros y de comunicación secreta” (Clark, 16). Pero no proporciona ninguna fuente para esta afirmación ni ofrece cualquier noción sobre qué forma tomó ésta. Womack, por otra parte, discrepa. “hay una versión de que Zapata trató con el notorio anarco-sindicalista Ricardo Flores Magón... Pero esto es imposible. Ricardo estuvo en las cárceles americanas desde 1907 a agosto de 1910, y después fue a Los Ángeles para dirigir la invasión de Baja California” [83]. Ciertamente los dos grupos hubieran podido mantener una comunicación aunque Ricardo estuviera en la cárcel, porque éste nunca dejó de conversar con los miembros de su propio movimiento durante su encarcelamiento. De hecho Womack observa que Zapata probablemente recibió copias de Regeneración de la capital [84].
Curiosamente el Plan de Ayala de Zapata contenía algunas alusiones bastante obvias a la anterior retórica del PLM. “Muchos de los conceptos y de las frases que los liberales repetían constantemente, y más recientemente en el manifiesto de septiembre [ 1911 ], se reflejaron en varias ocasiones en las palabras del Plan de Ayala” [85]. Palabras como, “tiranos”, “usurpadores”, y “jefes” se utilizan en todo el documento de Zapata, palabras que recuerdan a las que el PLM utilizó. De hecho, Womack afirma que algunas de las medidas en el Plan de Ayala eran tan extremas que “ningún otro grupo revolucionario excepto los anarco-sindicalistas abogarían, y menos adoptarían como política” [86]. Incluso el lema final del plan de Zapata “ Libertad, justicia, y ley,” es muy similar al lema de la plataforma liberal de 1906: “Reforma, justicia, y ley”.
Ésto no quiere decir que el documento sea algo así como una copia del programa Liberal/Anarquista de los Magonistas. “En algunos pasajes los anarco-sindicalistas deben haberse reído, [ el plan ] reconocía que 'dios' así como 'el pueblo' habían ayudado a iniciar la revolución de 1910” [87]. El carácter religioso de los Zapatistas que emerge en el Plan de Ayala era ciertamente conflictivo con los ideales seculares de los magonistas y de los anarcosindicalistas. Mientras que magonistas y anarco-sindicalistas urbanos nunca trabajaron con los Zapatistas, “Ricardo tuvo varias oportunidades de aliarse con los grupos revolucionarios activos. Emiliano Zapata, en particular, era receptivo a la influencia del PLM” [88]. De hecho, Zapata propuso realmente que la Regeneración de Ricardo se transladara a Morelos desde 1912, donde ya no se vería sujeto al hostigamiento del gobierno. Zapata incluso ofreció al PLM el uso de la Fábrica de San Rafael, que habría podido proveer de los materiales necesarios para formar un periódico nacional.
Ricardo tuvo que declinar por varias razones. Primero, lo encarcelaron durante la mayoría de este tiempo y no tuvo forma física para conseguir ir a Morelos. En segundo lugar, Ricardo creía que Regeneración ayudaba a mantener el ánimo de América contra cualquier movimiento de los Estados Unidos de intervenir en la Revolución Mexicana. Si trasladaba el periódico, creía que no tendría el mismo impacto en América. Irónicamente, el intento de Ricardo de influir en América pudo haber ido más lejos que su intento original. Durante una época, él era probablemente más conocido en los Estados Unidos que en México y quizás aún más popular. En un mitin para la causa de Ricardo en Portland, Oregón, organizado por el programa la editorial Oregonian, se reunió la suma de $46,22. Eso era una suma bastante substancial dadas.
http://espora.org/biblioweb/anarquismo1910.html#zapataMagonAnarquismo
Influencias Anarquistas en la Revolución Mexicana las “pobres condiciones económicas y el extenso desempleo en el Noroeste” [89].
Una influencia en Zapata es segura, la de Antonio Díaz Soto y Gama. Soto y Gama era un “discípulo apasionado de Tolstoy y de Kropotkin” y era un líder anarco-sindicalista en Ciudad de México. Él se unió a los Zapatistas con algunos otros miembros anteriores de la Casa, tales como Rafael Perez Taylor, Luis Mendez, Miguel Mendoza Lopez Schwerdtfeger, y Octavio Jahn, quién era un sindicalista francés y del que incluso se dijo que era un veterano de la Comuna de París de 1871 [90].
Soto y Gama se convirtió en rápidamente el ideólogo principal de los Zapatistas. “Soto y Gama tomó el relevo en elaborar y refinar las ideas [ para los Zapatistas ]... la doctrina del agrarismo y el culto a los agraristas que emergió fue obra suya” [91]. Soto y Gama negó principalmente que él fuera quien escribió los tratados políticos publicados por los Zapatistas, sólo admite que ayudó a pulir la fraseología.
Soto y Gama también desempeñó un papel importante en propagar el Zapatismo en la convención de Ciudad de México el 26 de octubre de 1914. Allí, denunció larga y apasionadamente a Carranza y elogió a Zapata. Aunque los Constitucionalistas estaban en mayoría, “los gritos que siguieron su discurso y que sacudarieron el edificio fueron vivas para Villa y Zapata” [92]. Dos días más tarde, se forjó un pacto, la convención acordaba aprobar algo del agrarismo de Zapata por lo menos “en principio”.
Notas
83.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 62.
84.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 398.
85.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 397.
86.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 397.
87.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 398.
88.- MacLachlan, El Anarquismo y la Revolución Mexicana, pag 55.
89.- MacLachlan, El Anarquismo y la Revolución Mexicana, pag 50.
90.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 193.
91.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 194.
92.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 217.
Zapata: el Cuasi-Anarquista
¿Era Zapata anarquista? Parece que la única respuesta es negativa. Las influencias anarquistas eran ciertamente evidentes y las metas eran absolutamente similares, pero no idénticas. Millon argumenta que aunque el movimiento Zapatista se ha caracterizado como fuertemente socialista, anarquista, o 'Indianista', los “Zapatistas indudablemente estaban influenciados por estos conceptos, pero a este respecto, uno debe tener cuidado de no hacer una montaña de un grano de arena” [93]. Continúa indicando que:
“Aunque los conceptos anarquistas influenciaron indudablemente a algunos de los revolucionarios del sur, sin embargo... estas ideas no penetraron en la revolución del sur lo suficiente como para designar a ese movimiento como 'anarquista'... Así, los hombres del sur deseaban democratizar el Estado, no eliminarlo, y aunque intentaron distribuir la propiedad extensamente, también habrían dejado suficientes tierras en manos privadas como para permitir que floreciera una buguesía agricola en Mexico”
[94]
Millon continúa su argumento acentuando que el programa de Zapata buscaba mejorar las condiciones de los trabajadores, pero sobre todo las de los campesinos, pero sin una oposición clara a un marco capitalista. “De hecho, antes que al anarquismo mismo, los intelectuales asocian con el Zapatismo y su orientación agraria un romanticismo pequeño-burgués similar al de Rousseau y Jefferson”
Una influencia en Zapata es segura, la de Antonio Díaz Soto y Gama. Soto y Gama era un “discípulo apasionado de Tolstoy y de Kropotkin” y era un líder anarco-sindicalista en Ciudad de México. Él se unió a los Zapatistas con algunos otros miembros anteriores de la Casa, tales como Rafael Perez Taylor, Luis Mendez, Miguel Mendoza Lopez Schwerdtfeger, y Octavio Jahn, quién era un sindicalista francés y del que incluso se dijo que era un veterano de la Comuna de París de 1871 [90].
Soto y Gama se convirtió en rápidamente el ideólogo principal de los Zapatistas. “Soto y Gama tomó el relevo en elaborar y refinar las ideas [ para los Zapatistas ]... la doctrina del agrarismo y el culto a los agraristas que emergió fue obra suya” [91]. Soto y Gama negó principalmente que él fuera quien escribió los tratados políticos publicados por los Zapatistas, sólo admite que ayudó a pulir la fraseología.
Soto y Gama también desempeñó un papel importante en propagar el Zapatismo en la convención de Ciudad de México el 26 de octubre de 1914. Allí, denunció larga y apasionadamente a Carranza y elogió a Zapata. Aunque los Constitucionalistas estaban en mayoría, “los gritos que siguieron su discurso y que sacudarieron el edificio fueron vivas para Villa y Zapata” [92]. Dos días más tarde, se forjó un pacto, la convención acordaba aprobar algo del agrarismo de Zapata por lo menos “en principio”.
Notas
83.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 62.
84.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 398.
85.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 397.
86.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 397.
87.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 398.
88.- MacLachlan, El Anarquismo y la Revolución Mexicana, pag 55.
89.- MacLachlan, El Anarquismo y la Revolución Mexicana, pag 50.
90.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 193.
91.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 194.
92.- Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, pag 217.
Zapata: el Cuasi-Anarquista
¿Era Zapata anarquista? Parece que la única respuesta es negativa. Las influencias anarquistas eran ciertamente evidentes y las metas eran absolutamente similares, pero no idénticas. Millon argumenta que aunque el movimiento Zapatista se ha caracterizado como fuertemente socialista, anarquista, o 'Indianista', los “Zapatistas indudablemente estaban influenciados por estos conceptos, pero a este respecto, uno debe tener cuidado de no hacer una montaña de un grano de arena” [93]. Continúa indicando que:
“Aunque los conceptos anarquistas influenciaron indudablemente a algunos de los revolucionarios del sur, sin embargo... estas ideas no penetraron en la revolución del sur lo suficiente como para designar a ese movimiento como 'anarquista'... Así, los hombres del sur deseaban democratizar el Estado, no eliminarlo, y aunque intentaron distribuir la propiedad extensamente, también habrían dejado suficientes tierras en manos privadas como para permitir que floreciera una buguesía agricola en Mexico”
[94]
Millon continúa su argumento acentuando que el programa de Zapata buscaba mejorar las condiciones de los trabajadores, pero sobre todo las de los campesinos, pero sin una oposición clara a un marco capitalista. “De hecho, antes que al anarquismo mismo, los intelectuales asocian con el Zapatismo y su orientación agraria un romanticismo pequeño-burgués similar al de Rousseau y Jefferson”
[95]. Millon concluye que en vez de anarquismo, “las metas buscadas
por los Zapatistas se pueden resumir en un término: libertad humana” [96].
Notas
93.- Robert P. Millon, Zapata: La ideología de un campesinado revolucionario, Nueva
York: International Publishers, 1969, pag 83.
94.- Millon, Zapata, pag 99.
95.- Millon, Zapata, pag 99.
96.- Millon, Zapata, pag 132
Notas
93.- Robert P. Millon, Zapata: La ideología de un campesinado revolucionario, Nueva
York: International Publishers, 1969, pag 83.
94.- Millon, Zapata, pag 99.
95.- Millon, Zapata, pag 99.
96.- Millon, Zapata, pag 132
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