(Nota editorial: El articulo no menciona la postura Anarcopacifista de Carlos, lo cual deja incompleta la reseña, y al no mencionarla deja de imprimirle la profundidad política e intelectual de Brandt, quien fue un gran colaborador de la Revista anarcosindicalista española "Generación Consciente", y además fue amigo de León Tolstoi al punto que el mismo Tolstoi le pide que traduzca uno de sus libros “Serias Consideraciones sobre el Estado y la Iglesia” el cual fue publicado en 1901, sin embargo ya acotado esto, compartimos el articulo).
Por: Luis Fernando Castillo Herrera
El transcurrir del siglo XX nos deja una constelación de venezolanos
que marcaron decididamente aquella centuria. En ese notable grupo
despuntan sin duda los miembros de la conocida Generación del 28, de
allí emergerían dos presidentes de la República electos por voto
directo, secreto y universal, todo ello sin contar los grandes aportes
en áreas como el periodismo, la ciencia y la literatura, determinantes
para la construcción y sostenimiento de la democracia. Al mismo tiempo,
es significativo destacar la actuación de figuras icónicas que dada su
longevidad presenciaron las transformaciones de un país rural a uno
petrolero y más complejo; personalidades que desde sus posibilidades
rescataron a través de sus obras espacios para el debate y la
construcción ciudadana. Este quizás sea el caso de Carlos Brandt.
***
Carlos Luis Brandt Tortolero nace en un pequeño poblado al occidente
del estado Carabobo llamado Miranda, el 11 de octubre de 1875, en una
Venezuela que ya había sido reclamada por el caudillo triunfante de la
Revolución de Abril de 1870, Antonio Guzmán Blanco. Su nacimiento ocurre
en un país que apenas se sacude las secuelas de la guerra civil y los
desatinos del gobierno de Juan Crisóstomo Falcón y el breve regreso
político de los Monagas. Crecerá en el seno de una familia con holgura
económica, situación que le permitirá ciertas expansiones en el campo de
las artes.
A los catorce años de edad, y junto con su primo Adolfo Brandt, edita un breve periódico de corte satírico bautizado El Torpedo.
En 1890 cruza el océano Atlántico para proseguir su formación
intelectual, específicamente en Alemania y Francia. En el viejo
continente cursa estudios para mejor su técnica en el piano y el violín.
La música no será una actividad ajena a la familia Brandt, recordemos
que su hermano fue el excelso compositor Augusto Brandt.
Tiempo después de su regreso a Venezuela concluiría una de sus primeras obras: La belleza de la mujer. Estudio del cuerpo humano y su importancia con respecto a la ciencia, las artes y la filosofía,
editada en 1905; en ella dirá: «el que desconoce la antropometría de la
belleza no puede casi nunca juzgar con acierto el grado de belleza de
una mujer». Aquel libro daría inicio a una serie de publicaciones que
marcaban el carácter del autor; antes de 1913 saldrán a la luz El modernismo (1906), Die bibel kritisch dargelegt (1908) –que tendría su reimpresión en castellano en 1928–; luego aparece El vegetarismo (1909), mientras que Fundamento de la moral,
impreso en Puerto Cabello, terminaría en el fondo del mar por temor a
represalias políticas (sin embargo, ya en el exilio se reeditaría en
1918).
***
Entrado el siglo XX los venezolanos presenciarían el ascenso al poder
político de un grupo de andinos que capitalizaron la debilidad del
general Ignacio Andrade, quien no pudo detener el avance de la
Revolución Liberal Restauradora, comandada por Cipriano Castro,
autoproclamado gobernante del país entre 1899 y 1908, antes de que en
este último año Juan Vicente Gómez lo desplace.
Gómez permaneció veintisiete años como el mandamás de Venezuela. Su
gobierno se caracterizó por una férrea administración donde el ejército
cumplió un rol determinante al momento de someter y amedrentar a la
oposición militar e intelectual que se atrevió a disentir. Una de las
características más representativas de su régimen se encuentra en la
capacidad que el gomecismo tuvo para silenciar o exiliar por lo menos a
dos generaciones de venezolanos. Carlos Brandt, como otros tantos,
comprobó el horror de las mazmorras gomeras y el ostracismo de veinte
años.
A mediados de 1913, cuando expiraba la figura constitucional que
avalaba el gobierno de Gómez, algunos hombres pensando en la necesidad
de un sano proceso político que cerrara las puertas al continuismo,
evaluarían la posibilidad de un candidato presidencial alternativo a
cualquier propuesta oficialista. En el diario El Pregonero aparecerá la candidatura de Félix Montes, un abogado y colaborador de El Cojo Ilustrado, quien
fue postulado para el período 1914-1919. Rápidamente, el régimen
apuntará al periodista Rafael Arévalo González como el responsable de
aquel acto calificado de insurreccional; la sede del periódico es
allanada, mientras Arévalo González es detenido y confinado en La
Rotunda hasta 1922. Por su parte, Félix Montes tomaría el camino del
exilio.
Este episodio se halla estrechamente asociado con Carlos Brandt,
quien sostenía vínculos con el diario y guardaba amistad con Arévalo
González. El mismo Brandt habría publicado varios artículos en El Pregonero,
situación que terminó implicándolo. En consecuencia, el 13 de julio de
1913, es detenido por las fuerzas gubernamentales. Estaría siete meses
en presión; tan sólo las buenas amistades que había abrazado le
permitieron liberarse de los grilletes y la oscuridad del calabozo: el
13 de febrero de 1914 es puesto en libertad; no obstante, esa fecha
representó el inicio de un largo ostracismo.
Su salida definitiva como exiliado se produce el 1 de abril de 1914.
Rondará por Europa, específicamente Alemania, Holanda, Bélgica, Francia y
España. La Gran Guerra iniciada aquel año lo obliga a regresar al
conteniente americano. Se establece en Nueva York. Pasa veintidós años
sin pisar suelo venezolano; sólo la muerte de Juan Vicente Gómez le dará
las garantías suficientes para el retorno.
Durante su destierro publicaría una decena de libros. Al mismo tiempo
redactó artículos para la prensa dominicana y mexicana. Por otra parte,
y como convencido vegetariano, fundó en aquella ciudad la Vegetarian Society;
incluso muchas de las obras realizadas entre 1914 y 1936 estuvieron
asociadas al cuidado de la salud. Finalmente, Carlos Brandt volvería a
suelo natal justo cuando el país parecía enrumbarse hacía un nuevo y
mejor porvenir, luego de la desaparición física de Juan Vicente Gómez.
***
La longevidad de nuestro personaje le permitió vivir veinticinco años
del siglo XIX y sesenta y cuatro del siglo XX: un hombre de dos
centurias. Su larga vida la dedicó al enriquecimiento intelectual, el
cuidado de la salud y la disciplinada escritura. Es uno de los autores
más fecundos de aquella generación; sin embargo, seguirle la pista a su
obra es complejo: las bibliotecas venezolanas extrañan en sus estantes
el nombre de Carlos Brandt, mientras la destellante figura de los héroes
independentistas eclipsa la efigie de personajes civiles con esplendor
propio como él. Quizás queda pendiente una evaluación más amplia o
minuciosa de su obra, que nos aproxime y amplíe la visión de la
construcción cultural de un país más allá de la pólvora y el caudillaje.
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