«¡Con qué entusiasmo dirigirá su mirada el ilustrado amigo de la humanidad hacia ese tiempo
dichoso en que haya desaparecido el Estado, esa maquina bárbara que ha llegado a ser la
única causa permanente de los vicios humanos y contiene en su seno defectos tan temerosos
que sólo pueden ser eliminados con su completa destrucción!»
Según Godwin uno de los obstáculos esenciales en el camino hacia ese tiempo dichoso es el
monopolio creciente de la propiedad causada por el proceso de industrialización: «El monopolio
de la propiedad pisotea las facultades de la inteligencia, extingue la chispas del genio y obliga a
la inmensa mayoría de la humanidad a hundirse en sórdidas preocupaciones (…) La fuente más
abundante de crímenes reside en el hecho de que unos posean en exceso aquello de que otros
carecen en los absoluto. Es verdad que el medio más adecuado para eliminar esos males es el
de la razón y no el de la violencia. Pero la tenencia general de nuestro orden imperante aspira
convencer a la humanidad de la importancia de la razón. La injusticia que los hombres sufren
es sostenida por la fuerza con el objeto de limitar esa injusticia (…) Solamente la riqueza
permite a un individuo esperar hacer válido su influjo sobre todas las masas populares sin
oposición alguna. Los actuales gobiernos del mundo deben su existencia únicamente a esta
forma concreta de distribución del producto social. Siendo así, nada más fácil que precipitar a la
guerra a los pueblos organizados de esta manera»
Ya que el proceso de la educación hay que tener en cuenta la liberta en toda su dimensión: «Al
igual que no se puede hacer a los hombres esclavos, tampoco estará permitido convertir a los
niños en esclavos. Ya no se piensa en formar tantos maestros en al cascarón sólo para adular
la vanidad de los padres (…) No se podrá exigir a ninguna criatura humana que aprenda algo a
no ser que tal cosa suceda por propia iniciativa»
«Una (…) idea que se ha desarrollado con respecto al alejamiento de los criminales de la sociedad por ellos lastimada, es la de reducirlos a un estado de esclavitud o de trabajos forzados (…) Esta medida es
innecesaria para la seguridad de la sociedad; como medio para el perfeccionamiento del
criminal es una idea increíblemente mala. El hombre es un ser dotado de entendimientos». Para
lograr la resocialización, como diríamos hoy, no hay por tanto «otra solución (…) que la de
hacerlo libre. (…) ¿Quieres que trabaje? No me incites a hacerlo por medio del látigo; pues sí
antes tenía por más noble a la indolencia, el látigo sólo conseguirá aumentar mi
distanciamiento. Convénceme con razones y deja la decisión a mi capacidad de
entendimiento»
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