Ir al contenido principal

Fosas del silencio en el Arco Minero del Orinoco

En 2018 el fotógrafo del diario Correo del Caroní Wilmer González se fue a una mina en Delta Amacuro para paliar una de las peores crisis económicas de la historia venezolana, y nunca más regresó. Su desaparición es parte de un reciente patrón de violencia  en los municipios mineros de la región Guayana, donde el gobierno ha formalizado el proyecto del Arco Minero del Orinoco en medio de graves violaciones a los derechos humanos.

 Fotografías: Fabiola Ferrero
 

La historia de Wilmer es solo una más de quienes, en medio de la emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela, se ven obligados a desplazarse en la búsqueda de El Dorado. La Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) ha compilado 39 denuncias de desaparecidos en las minas, ocurridas entre 2012 y 2019: hasta la fecha, sólo cinco de ellos nos reportaron o confirmaron su regreso a casa. El 48% de los casos ocurrieron en 2018. Las historias del resto sucumben en medio de un clima regional de alta criminalidad, en una de las principales zonas económicas del país debido a su riqueza minera. Los proyectos oficiales no garantizan el control de la violencia que se desarrolla en torno al extractivismo ilegal, con torturas y homicidios impunes.


Diarios locales y redes sociales evidencian una proliferación de casos de personas extraviadas en las minas, lo cual ocurre entre carencias y omisiones del Estado en materia de seguridad ciudadana y búsqueda de desaparecidos. Las garantías de derecho a la vida, a la integridad física y acceso a la justicia también son enterradas por el miedo que silencia a testigos y lugareños. Son parte de un patrón sistemático de violación del derecho a la vida y de una vida digna que se circunscribe en la dinámica económica que el Ejecutivo ha promocionado como un salvavidas económico. 

Desde hace más de cinco años, los protocolos nacionales de atención e investigación de casos de personas extraviadas han sido considerados deficientes por organizaciones de Derechos Humanos, como Amnistía y la antigua Red de Justicia y Paz: no existe algún instrumento que establezca los estatutos para abordar la investigación y seguimiento de estos hechos, como sí ocurre en otros países de Suramérica. En Ecuador, por ejemplo, existe el Protocolo de Actuación para la Búsqueda, Investigación y Localización de Personas Desaparecidas, Perdidas o Extraviadas.

En Venezuela, la búsqueda de personas desaparecidas es responsabilidad de la Unidad de Víctimas Especiales de la policía científica del Estado: el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Sin embargo, la crisis política y económica nacional empeora las dificultades históricas y mundiales para hallar personas, principalmente en contextos de guerras, desastres naturales o —como en nuestro caso— violencia interna. La Cruz Roja Internacional califica la desaparición como “uno de los problemas humanitarios más complejos, difíciles y desconocidos”.

Uno de los esfuerzos más recientes en América Latina es el “Protocolo de Acción Urgente y Estrategia de Búsqueda de Personas Desaparecidas en El Salvador”, publicado en diciembre de 2018 por la Fiscalía General de El Salvador. Esta iniciativa  expone la necesidad de mecanismos especiales para desapariciones en zonas afectadas por altos niveles de inseguridad y crimen organizado. En la misma sintonía, este año 2019, las Naciones Unidas presentaron los Principios Rectores para la Búsqueda de Personas Desaparecidas.

En apoyo a la defensa de los Derechos Humanos desde realidades locales Codehciu, en alianza con La Vida de Nos, ha decidido empuñar la pluma contra el olvido de Wilmer González y de otras personas, como Eudys, María José y Alexander, que se fueron a las minas de oro, y cuyas familias solo les queda relatar una cuenta regresiva que no termina, como único medio para dejar testimonio de esas vidas ausentes. Son historias que apenas cuentan tres de los seis patrones de desaparición que hemos encontrado en las minas. Una serie con la que, en el Día Mundial de los Desaparecidos, abrimos un capítulo para contar y acompañar a las víctimas de la violencia en el conflicto minero.
Clavel Rangel
Coordinadora del proyecto

Comentarios

Entradas populares de este blog

Manifiesto Punk, por Greg Graffin (Bad Religion)

Creo que es justo publicar esto, mientras se vivieron tiempo duros para la resistencia mundial contra el poder, gracias a este genero musical (para algunos) modo de vida (para otros), la idea y rebeldía se mantuvieron vivas, El ideal Anárquico, a veces distorsionado, pero aun así presente se mantuvo vivo y se expandió a sitios y regiones donde no había tenido presencia antes, o donde fue exterminado por el estado, muchas son las criticas hacia el actual "movimiento" punk, pero algo cierto es que la "mayoría" o buena parte de los activista de hoy en día organizados o no, tienen una historia dentro de esta subcultura (por tan solo llamarlo de alguna manera), ahora el Manifiesto del compañero Greg Graffin:  Introducción.  Nunca he poseído mi propia compañía discográfica, ni dirigido una exitosa compañía de merchandise, por esto no pretendo ser un experto en marketing. He evolucionado a través de mi habilidad como compositor de canciones, pero otros lo han etique

Zona 5 de la Policía del Estado Anzoátegui: Una Historia de Terror Contada por José Manuel Delmoral

Después de un largo silencio, y sin noticias del injusto caso seguido a JOSÉ MANUEL DELMORAL ORTEGA, finalmente luego de siete años tenemos un resumen elaborado por él mismo sobre su historia de terror, siendo el protagonista de un drama sin fin el cual vive día a día. Una historia donde cuatro paredes suponen los limites de un mundo soslayado, donde la inteligencia para la supervivencia suponen un rol fundamental, y donde se aprende a valorar cada pequeña acción como un acto de humanidad titánico. A continuación la historia de un inocente contada con sus propias palabras: Siempre se me ha hecho un poco difícil el comienzo de cualquier cosa, y es que mucho tiempo llevo tratando de escribir algo, pero siempre, siempre me trabo al inicio. Es por eso que hoy he decidido simplemente empezar con lo primero que se me venga a la mente... Hola, mi nombre es JOSÉ MANUEL DELMORAL ORTEGA, aunque estoy seguro que si estás leyendo esto es porque ya me conoces, has oído hablar de mi o al

El gato negro en el Anarquismo.

El gato negro, también llamado "gato salvaje" o "gato montés" ("wild cat" en inglés) se muestra normalmente con la espalda arqueada y sacando las uñas y los dientes. Está fuertemente relacionado con el anarquismo, especialmente con el anarcosindicalismo. Fue diseñado por Ralph Chaplin, una conocida figura dentro del sindicato estadounidense Industrial Workers of the World (IWW). La palabra "wildcat" da idea de salvaje o fiero en inglés, entonces como de su postura se sugiere, el gato simboliza huelgas autónomas -no autorizadas por las directivas de los sindicatos- (wildcats strikes) y el sindicalismo radical. El origen del símbolo del gato negro es poco claro, pero de acuerdo con una historia este viene de una huelga que estaba pasando por su peor momento. Varios de sus miembros habían sido golpeados y mandados al hospital. De pronto un gato enfermizo y negro camino entre el campamento de los huelguistas. El gato fue alimentado por los obr